LOS RELATOS DE LEONOR

En este blog se publican los cuentos y narraciones de la autora.

Translate

lunes, 17 de marzo de 2014

Encuentros




Encuentros


La joven pareja hace una pausa en el camino para observar desde la cima de la pequeña colina el valle que se pierde en el horizonte. Como muchos otros poblados  de la región, éste tiene también su iglesia en cuyo entorno se agrupa el mísero  caserío. No es un lugar atractivo. Las tierras de la comarca, abandonadas e incultas pertenecen a amos de paraderos desconocidos que un día cerraron las puertas de sus casas y partieron  hacia otros destinos.

En su itinerante recorrido a lo largo del mundo Belinda y Roger, han atravesado muchos caminos, conocido infinidad de  lugares y experimentado variedad de sensaciones.  El viaje que ahora realizan por Sur América ha sido para ellos una experiencia impactante por la variopinta diversidad de los paisajes, la belleza y caudal de los ríos, la serena belleza de los pueblos  de la sierra y la pícara alegría de las poblaciones costeras, pero, especialmente, por el placer que les produce conversar con los habitantes de las regiones que atraviesan, conocer sus costumbres, su cultura. 

Esta vez, sin embargo, al visitar aquella población pérdida en el mapa, una sensación  opresiva se apodera de ellos. Hasta donde llega la vista solo se divisan tierras yermas, devastadas. Sus habitantes, se muestran impasibles, hieráticos, poco comunicativos. No existe un hotel, un hospedaje ni algo que se le parezca. Nada grato ofrece al viajero aquel lugar.

De mutuo acuerdo deciden subir hasta la colina cercana para pasar esa noche en su tienda de campaña y partir temprano en la mañana hacia su nuevo destino. 

En las primeras horas de la tarde inician el ascenso por senderos que la invasión del musgo, la hojarasca,  las plantas parásitas y  las ramas desgajadas han ido borrando. Luego de un buen rato de caminata, se sorprenden al divisar  en un pequeño claro, sentada bajo un árbol, a una mujer joven que acuna en sus brazos un bebé.

Le sonríen desde lejos, saludándola con la mano, pero no obtienen  respuesta. Caminan otro trecho e intrigados ante una aparición tan inusitada en ese lugar alejado del pueblo, se detienen para volver a observarla, pero  ya se ha marchado.

El cielo empieza a iluminarse con los destellos de relámpagos que anuncian tormenta. Deben encontrar un lugar propicio para levantar su carpa.

De pronto, al cruzar una curva del camino surge ante sus ojos la que parece ser una vivienda en ruinas. Curiosos, la contemplan a distancia y luego, cautelosos, se aproximan.

La tapia, desmoronada a trechos, está invadida por hierbas silvestres y enredaderas resecas. Bajo las tejas rotas crece el musgo con impulso desordenado orlando el piso con sus encajes verdes. La humedad ha ido ganando las paredes. Las vigas del artesonado, devoradas por la polilla parecen  ya insuficientes para sostener el peso de los tumbados.  

El anhelo siempre constante de la pareja por investigar, por vivir nuevas experiencias y aventuras los impulsa a acercarse e ingresar en  ella.

Expectantes, atraviesan la enmohecida reja del portón. Los postigos, roídos por la humedad y la polilla, han cedido ya ante la fuerza del viento. Suben unas gradas, empujan la puerta entornada y entran a una habitación que evidentemente ha estado deshabitada por largo tiempo.

Un viejo reloj de cuco, de manillas paralizadas, pende de la pared. El pajarraco de madera se ha quedado en el marco de la ventana cual un espectador impasible y mudo del escenario. En el piso, cacharros,  jarrones rotos y pedazos de un espejo trizado en innumerables rajaduras cuyo marco dorado cuelga aún de la pared. A través de las ventanas los pálidos rayos del sol marchitan las sedas mortecinas de los ruinosos muebles  y los colores antes vivos de una alfombra.

 Belinda y Roger están conmovidos. ¿Qué pasó en aquel lugar?  De seguro aquella vivienda fue grata y agradable en otro tiempo. ¿Por qué fue abandonada? No lo saben, pero aquella habitación ha permanecido clausurada durante largo tiempo. La casa fue abandonada. El misterio y los recuerdos fúnebres la habitan ahora. Nadie ha violado su misterio. El secreto pertenece a esos testigos sin sueño, discretos y silenciosos que jamás habrán de revelarlo.

La borrasca irrumpe de pronto en medio de atronadores relámpagos. Múltiples goteras filtran el torrencial aguacero a través de las tejas deshechas. Belinda y Roger se guarecen en un rincón. Lentamente cae la tarde y  llega la noche. La tormenta arrecia, los rayos pueblan la noche con estallidos amenazadores. Están atrapados en el lugar.

Acostumbrados a mil experiencias y aventuras algo sin embargo en aquel lugar los estremece. Están solos en medio de la noche en aquella casa situada en medio de la nada.Viscosos, como la panza de una serpiente, se arremolinan los presagios. El miedo hace su ronda nocturna deslizando el filo de su cuchilla por las  crispadas espaldas de la pareja. Crujen los maderos viejos, tiritan las ventanas y se profundiza la oscuridad. Los ratones  salen de sus guaridas, el ominoso craqueo de las lechuzas resuena en el silencio. El insomnio tiene rostro de sombra. De sombras que se acercan y se  alargan.

De pronto, sobrecogidos escuchan  que se abren los goznes enmohecidos de la reja de entrada.

–¿Quién está ahí? – pregunta  Roger, con voz trémula.

 –¿Quiénes sois vosotros? ¿Cómo habéis llegado hasta aquí? –pregunta a su vez desde la puerta una voz enronquecida por la rabia.

El relámpago de un rayo ilumina fugazmente la figura de un hombre alto y delgado, vestido por completo de negro, cuyo rostro, cubierto por un sombrero, permanece en la sombra.

–Somos turistas. Estamos de paso. Pensábamos acampar en la colina, pero la tormenta  no nos dejó seguir –contesta Roger inquieto.

–Estáis en una propiedad privada. Nadie tiene permiso de invadirla. Tenéis que iros.  –dice el extraño con voz perentoria   –¡Marchaos cuanto antes!

–Espere, no se vaya –replica Roger con angustia al ver que el personaje se marcha.  Pero ya no obtiene respuesta, el extraño desaparece en la misma forma en que hizo presencia. Un aire helado se apodera del ambiente.

Belinda y Roger se miran desconcertados sin atreverse a expresar sus pensamientos. Algo en la presencia de aquel hombre los conturba. Sienten sus palabras como una amenaza.


A pesar de la lluvia y la tormenta, se aprestan a salir de la casa.

–¿Qué vais a hacer?

Sobresaltados ante esa voz surgida  como de las tinieblas, fijan sus ojos en el lugar del que parece provenir y divisan en la reja del portón de entrada la figura borrosa de un  joven con una mochila a sus espaldas;  aparentemente otro turista como ellos.

 –Quedaos aquí esta noche. No es seguro andar por esos despeñaderos en las tinieblas. ¡No salgáis de aquí, es peligroso!

–¿Quién es usted, qué…? – intenta preguntar Roger al joven, pero en ese momento el estrépito de un rayo lo impulsa inconscientemente a buscar cobijo en el interior de la casa. Cuando vuelve a alzar los ojos para ver al visitante, éste ya se ha marchado.
 
Las horas pasan en medio del insomnio. Ni Belinda ni Roger se atreven a dormir.  Es una noche larga, muy larga.  

De pronto, el canto lejano de un gallo quiebra la soledad opresiva. Es la aurora que se anuncia. La pareja exhala un suspiro de alivio. Un remolino de presagios y de temores sin forma, emprende la retirada.

Cuando la luz de la mañana invade la habitación, el escenario reaparece desnudo y dramatizado por los cacharros rotos, los jarrones volcados y los estragos de la lluvia. Una oscura mancha  atraviesa la alfombra, de largo a largo.

–Roger, ¿ves esa mancha en la alfombra? –pregunta Belinda asustada – Parece sangre, ¿no crees?

–Parece, sí, pero no nos hagamos ideas, amor. Mejor, salgamos pronto de aquí.

Pero sí, Belinda tiene razón. La mancha se ha ido oscureciendo con el tiempo y es ya solo una sombra pardusca, pero hace años fue un fresco reguero de sangre. Una noche, cinco años atrás, una figura humana plantada frente al espejo se vino al suelo desmoronada por un disparo. La bala desgarró su cerebro y se aplastó en el cristal.

Al llegar al pueblo, Roger, intrigado, cuenta a varias personas los extraños encuentros de la noche anterior.

–¿Quiénes son esas personas? –les pregunta.

No encuentra respuesta. La mayoría guarda silencio. Otros, cruzan entre ellos miradas de inteligencia, alzan sus hombros y fruncen sus labios como diciendo: “No sabemos de qué nos habla”.

Solo Manuel, el chico que atiende el único bar del pueblo, accede a hablar con ellos mientras les sirve un café con leche y unos huevos revueltos. 

–Muy pocas personas han tenido esos encuentros, señor, y muchas menos, han visto al patrón y han vuelto para  contarlo. Se suicidó en esa casa hace ya varios años cuando su esposa y su hijo recién nacido murieron al estrellarse contra un árbol el carro que  conducía borracho. No tenía parientes y nadie reclamó sus propiedades. No es bueno entrar en esa casa, trae mala suerte. Ustedes fueron afortunados, pudieron volver; otros turistas no lo lograron, se despeñaron por el barranco.

Roger nunca ha prestado atención a ese tipo de relatos,  pero cualquiera sea el motivo, ni él ni Belinda desean continuar ya en el lugar. Les corre prisa por marcharse. Una espesa neblina ha empezado a invadir la población.

–¿Dónde podemos tomar un bus hasta el próximo pueblo? pregunta al muchacho.

Una hora más tarde, con un suspiro de alivio ocupan sus puestos en el  desvencijado bus que los llevará a la siguiente población. 


Algo sin embargo inquieta a Belinda: son los únicos pasajeros y el reservado conductor parece  tan impasible y poco amigable como todos en el pueblo.

–Tranquila, amor –la sosiega Roger abrazándola, en el momento en que el automotor emprende su marcha – pronto estaremos lejos y entonces vamos a reírnos mucho de esta experiencia.


Leonor Fernández Riva
Cali, marzo 15 de 2014


Otros cuentos de la autora:


  •                                                                Quizá todo empezó cuando...
  •                                                                             La promesa
La última aventura
      •                                                                              FIDELIDAD

      • De jardines ajenos - La maldición de Monterroso

    •                                              De jardines ajenos - La mudanza de Greta

  •                                                                        LA HORA NONA

El poder y la sabiduría

Cuestión de fe

 Un río llamado Nostalgia

  La elegida

  • Pablo, el carretillero

El príncipe Azul
      • Fabián Gámez, el brillante jefe de tecnología
    • Encuentros
    Un mensaje encriptado
    • A MI ÚNICO DESEO
    • Una bonita Navidad
        Vidas cruzadas
        El último desafío
    • Una embriagadora adicción
    • Un verano inolvidable
    • Los potajes de Hoveradith
    El tesoro de Asbjorn
    Azur, el joven sumerio
     Hermanos de sangre
    Por mano ajena
    La curación de Linda
    El visitante
    La gesta inconclusa
    El hijo único
    SEGUNDO
    Octavio, el sintáctico
    Cosas de la vida
    Retorno a la bestia     
    Detrás del arco iris
    El manantial
    MACONDO
    El pajarraco
    Dulces sueños
    Un isóptero en el archivo
    Un mal día
    En nombre de la ciencia
    Un excelente lugar para vivir
    Intrascendentemente cotidiano
    La cita fallida
    Una extraña sonrisa
    Noche de boda
    Dile adiós a la esperanza
    Comidilla de condominio
    El desertor
    MARÍA
    ¿Y, si?
     Arpegiria
     LA DEUDA
    El profesor Acevedo

    La casa interminable
    Mate al abuelo
    Érase una vez...
    La maldición de Monterroso
    La querida tía
    Quizá todo empezó cuando.
    Encuentro en el Samar
    La Colmena
    Hasta siempre amor

    Publicado por Leonor María Fernández Riva en 17:38 1 comentario:

    sábado, 1 de marzo de 2014

    Fabián Gámez, el brillante jefe de tecnología

    [foto de la noticia]

    Amigos lectores: como algunas personas tal vez  se sientan identificadas con los personajes de este cuento, me veo en la necesidad de advertir que cualquier parecido con personas reales, es pura coincidencia.


    Fabián Gámez, el brillante jefe de tecnología


    Desde hacía varias semanas Fabián Gámez, director del departamento de  tecnología de la prestigiosa empresa gráfica, se encontraba  concentrado  en un proyecto que demandaba todo su tiempo y toda su atención. Había dado instrucciones precisas a su secretaria de que  nadie lo interrumpiera; lo que estaba analizando y  planificando era algo demasiado importante.

    Sí, Fabián Gámez era desde hacía varios años el encargado del estratégico departamento bajo cuya dirección se hacían las nuevas adquisiciones de la empresa en materia tecnológica. Pero, ¿cómo llegó a ocupar esa posición tan importante?  Quienes lo habían conocido en sus inicios cuando era apenas un ayudante en el departamento de diseño  y volvían a verlo ahora en su nuevo cargo, se sorprendían al observar la transformación experimentada por  aquel joven de apariencia  tan gris que  habían conocido tiempo ha laborando en una función  completamente secundaria.  Sí. Muchas cosas habían cambiado en la vida de Fabián Gámez a la vuelta de pocos años. No solo estaba dirigiendo ahora una importante sección de aquella empresa sino que se había convertido en esposo de una de las propietarias. Las malas lenguas atribuían a esa relación sentimental su progreso laboral, pero si bien es cierto que mucho contribuyó a ello  esa circunstancia, varias situaciones  se enlazaron para transformar su vida... y terminar la  de aquella próspera empresa. Para comprender los hechos es preciso volver en el tiempo.

     Varios años atrás, Marissa, una de las accionistas, una chica muy  joven todavía pero experta como la que más en las artes y lides amatorias y quien por aquellos días laboraba en  la compañía, empezó a salir, para sorpresa de todos, con Fabián Gámez, el anónimo empleado del departamento de diseño.

    Hombres y mujeres tenemos nuestras  propias necesidades y motivaciones al escoger pareja. Marissa y Fabián también tuvieron las suyas y estas coincidieron para unirlos y decidir así  la suerte de muchas personas.  No fue que Marissa se sintiera especialmente atraída por aquel empleado ni que lo considerara  su mejor prospecto. Nada de eso. Gámez no tenía nada especialmente atractivo como para llamar su atención: de estatura media, rostro impasible en el que sobresalían unos ojos negros de expresión entre adormilada y errática, cabello negro y contundente nariz, era solo un empleado más que pasaba inadvertido aun en el departamento en el que laboraba. Marissa, por su parte,  no era bonita, pero tenía en cambio el encanto de la juventud: un cuerpo atractivo y unas caderas  firmes  y voluptuosas que  sabía manejar con sabia coquetería. Había abandonado sus estudios  universitarios años antes cuando no logró acoplarse a los rígidos horarios y programas de estudios,  y ahora ocupaba en la empresa, gracias a su carácter de propietaria un cargo carente de responsabilidades  pero muy bien remunerado, en el que se sentía muy a gusto. Dado su carácter  y su flexible moral fue muy popular desde su adolescencia entre el género masculino.  Pero ya había pasado su primera juventud, estaba por cumplir treinta años y  algo últimamente la traía inquieta: sus múltiples  enamoramientos terminaban siempre de forma abrupta sin llegar a convertirse  en una relación seria. Aquella realidad que solo en su pensamiento se atrevía a reconocer, era algo que la conturbaba. 

    ¿Quién puede decir qué pasa por la mente de una joven que ya no lo es tanto y que  ha visto desfilar una cantidad indeterminada de galanes por su agenda romántica pero que  observa con un poco de inquietud  que los años pasan  sin que ninguno de ellos considere ni por un momento prolongar su relación y mucho menos pasar  por la notaría? ¿Qué piensa cuando ve que  sus pretendientes se espacían cada vez más y empieza a pasar sola muchos fines de semana? 

    Los pensamientos que acudían a la mente de Marissa no eran de ninguna manera reconfortantes. Se le acababa el tiempo.

    Un día, al toparse  en la empresa con Fabián Gámez  por un asunto de trabajo, Marissa cayó  en la cuenta de algo: allí, precisamente, tan cerca y en apariencia libre y disponible  estaba aquel chico,  no del todo desagradable y al parecer, inteligente y formal; un buen prospecto para entablar una relación seria antes de que fuera demasiado tarde para ella. Así las cosas, se propuso conquistarlo.

    Para Fabián Gámez, el hecho de sentirse objeto del interés y los  coqueteos de Marissa despertaba mucha expectativa.  No es que la chica lo atrajera  especialmente, pero no era tonto y entendía muy bien la conveniencia de  relacionarse sentimentalmente con una de las propietarias  de la empresa donde él laboraba. Bajo la expresión bobalicona de su rostro que algunos atribuían a "buena gente", se escondía un ser frío,  analítico y ambicioso.  

    Por aquellos días sostenía  una relación seria con una linda joven a la que conocía desde su adolescencia y con la que ya  habían hecho planes de matrimonio. Sin pensarlo dos veces terminó con ella  y se dedicó a su nueva relación sentimental. Cuando un amigo le reprochó la actitud que había tenido con su novia de toda la vida le contestó: "Me convenía  más meterme con Marissa, con ella  mi futuro está asegurado". Y estaba en lo cierto.

    Aunque nacida de motivaciones tan dispares, la relación  funcionó. Siempre se les veía juntos. Un día cualquiera  Marissa comunicó a su padre que se iría a vivir con su nueva pareja. Este, muy pragmático,  tomó las cosas con filosofía:  “Mientras más pronto te cases, hija, más pronto te divorciarás. Es algo que tiene que pasar. Dejemos pues que el destino haga lo suyo".   Pero Marissa y Fabián no se casaron. Era ya una costumbre establecida entre la juventud empezar a vivir en pareja  sin pasar por la notaría. 

    La vida laboral de Fabián Gámez dio entonces un vuelco. Solía leer revistas de tecnología y aunque su conocimiento acerca de ese tema era superficial, superaba  al de los administradores de la empresa, completamente ignorantes al respecto. De un momento a otro y sin méritos a la vista se convirtió en el non plus ultra del asesoramiento y adquisición de los costosos equipos y maquinaria  requeridos en la empresa. Con los años, y gracias a su posición de esposo de una de las accionistas, asumió una actitud de persona sabia y documentada: “El asunto es grave”, solía exclamar en ocasiones moviendo su cabeza de arriba abajo.  “La cuestión puede complicarse”, explicaba en otras, meneándola de derecha a izquierda, o “el problema, por más que parece insoluble, no es tan difícil” insinuaba, en otras ocasiones meneándola de izquierda a derecha.  Todos admiraban su sobriedad, su equilibrada conducta, la justeza de sus apreciaciones. Se seguían al pie de la letra sus consejos acerca de la adquisición de equipos y tecnología.

    Algo sombrío empezaba a ocurrir sin embargo en aquella empresa... 

    Allá, en un rincón de un cuarto olvidado de la planta,  reposaba la costosa impresora que en un momento de inspiración Fabián Gámez, el director del departamento de tecnología recomendó adquirir  para suplir la gran necesidad de la empresa en materia de copias e impresos.  No pudo utilizarse más que seis meses. Aparentemente perfecta, resultó sin embargo sumamente  onerosa  por sus continuas y costosas recargas de tinta y  debió ser desechada.

    Por esa misma época, y  después de asistir a una importante feria gráfica  en Alemania,  Fabián Gámez, a quien se le había designado expresamente para asistir a esos eventos,  recomendó  comprar  de manera urgente un equipo de alta tecnología para realizar nuevos trabajos que representarían para la empresa óptimas ganancias. La adquisición,  de un costo considerable,  fue aceptada de forma unánime  por la Junta Directiva. Se realizó la importación  y los equipos llegaron en medio de gran expectativa. Eran inmensos y sus suministros  muy costosos. Inmediatamente empezaron a realizarse los trabajos prospectados. Se tenía prisa por empezar a recaudar las ganancias esperadas. No obstante, los meses pasaron  y ninguna mejoría se evidenció en la facturación de la empresa. De alguna manera, los nuevos equipos habían incrementado el personal, la responsabilidad, los gastos de mantenimiento, pero las ganancias proyectadas nunca se reflejaron en el flujo de caja.

    De manera inexplicable, sin embargo,  todos, o casi todos en la empresa, seguían creyendo  que algo ajeno a Fabián Gámez había ocurrido, alguna circunstancia fortuita había hecho que ese magnífico proyecto no resultara. Y así, no se le atribuyó al brillante jefe de tecnología ese nuevo y costoso revés.

    Pasado un tiempo Fabián presentó  de nuevo  ante la Junta una idea que esta vez sí, con toda seguridad,  reportaría cuantiosas  ganancias. Había ideado  unos armatostes a los que había bautizado como   Mogastores que tenían por objeto ser instalados en diferentes supermercados para  presentar videos o  pautas comerciales contratadas. No era ese el ramo en el que la empresa se desenvolvía. Fabricar aquellos aparatos era algo en lo que no tenían experiencia. Curiosamente, sin embargo, la Junta Directiva volvió  a entusiasmarse. Sí. Lo que proponía Gámez en esta ocasión  parecía  algo muy original, viable y exitoso.  Durante varios meses, se elaboraron  prolijamente en los talleres de la fábrica aquellos  pesados artefactos que según había planteado el director de tecnología se convertirían en una fuente inagotable de entradas  para la empresa. Pero el brillante ejecutivo no había contado con que tendrían que competir  con la tecnología japonesa y con los últimos adelantos en materia de comunicación. Todo resultó ser un nuevo fiasco y los inútiles y pesados artefactos fueron también refundidos en el cuarto de los fracasos.

    Cualquiera diría que a Fabián Gámez  lo acompañaba ya un aura negativa que restaría credibilidad a cualquiera de sus futuras sugerencias,  pero él era sagaz y tenía una estrategia que siempre le daba resultado: dejaba que las cosas se aquietaran. Que se olvidara la falla o el revés pasado. Que transcurrieran los meses.  Sí, él sabía que las personas suelen olvidar los errores, sobre todo cuando la bonanza económica se presta para dilapidar el dinero y no hay que rendir cuentas a nadie de los desaciertos. Y eso era lo que por aquellos días ocurría en aquella empresa.

    Y pasó el tiempo. Y de nuevo Fabián Gámez,  viajó como observador  a una de las más famosas ferias de maquinaria de un país vecino.  Al retornar, compartió con la Junta Directiva  su proyecto estrella: la adquisición de un equipo de impresión de última tecnología;  con él darían la bienvenida al futuro, al progreso. Y lo mejor de todo: aquella era alta tecnología alemana producida en China a un bajísimo costo. No adquirir esa maquinaria  sería una locura, perder la oportunidad de hacer parte del desarrollo, quedarse en el pasado.

    "Pero Fabián, ¿estás seguro de que ese equipo chino tiene la misma calidad de los  equipos fabricados en Alemania?", le preguntó  el presidente de la Junta Directiva luego de escucharlo. "Sin la menor duda", respondió Gámez con la audaz seguridad que caracteriza a la ignorancia revestida de prepotencia.

    A pesar de los múltiples antecedentes nefastos en la hoja de vida de Fabián Gámez, algo ocurrió con el sentido común de los miembros de la Junta y también en esta ocasión volvió a concedérsele  el aval para adquirir los costosos  equipos por él recomendados. "Sí -se decían-  esta vez, sin lugar a dudas Fabián está en lo cierto".

    Pero la expectativa y la ilusión creadas por la adquisición de la nueva maquinaria fallaron una vez más dejando lugar poco a poco a una inmensa frustración.  El nuevo equipo de tecnología china nunca funcionó de manera normal. La máquina prácticamente se desbarataba  ante la vista y la desesperación de quienes presenciaban su accionar. Se trajeron de China costosos técnicos para su revisión. Se compraron repuestos. Se trató de reclamar la garantía. Todo fue inútil. Los chinos, haciendo gala del conocido dicho: "se hicieron los chinos", no respondieron a los insistentes reclamos. Luego de un año entero de batallar  intentando poner el equipo en normal funcionamiento, se tiró la toalla y poco a poco, abandonado, se convirtió en chatarra. Una chatarra costosa que debió seguir siendo pagada por la empresa durante varios años más.  En alguna ocasión cuando alguien se refirió al descalabro de esa última adquisición Gámez replicó con desfachatez: "Fueron los miembros de la  Junta Directiva quienes tuvieron la responsabilidad de esa compra porque fueron ellos quienes me dieron  su consentimiento para comprar ese equipo".   

    Pasaron varios años. La Junta Directiva  una vez más estaba reunida. Fabián Gámez se encontraba  en esta ocasión  más preparado que nunca. Había pasado encerrado en su oficina más de un mes preparando aquel proyecto fuera de serie, con órdenes expresas dadas a su secretaria de que nadie lo molestara.

    Al iniciar la sesión, uno de los miembros de Junta, el más lúcido y de buena memoria,  pidió que no fuera escuchado, que la empresa no podía darse ya el lujo de cometer errores, que un nuevo fracaso los llevaría a la ruina, pero la curiosidad dominaba a los otros miembros presentes.  A lo largo de una apasionante hora escucharon absortos las ventajas de aquel maravilloso equipo de impresión que podía conseguirse a un costo realmente irrisorio y que haría que las dificultades financieras acumuladas luego de tantas pérdidas,  por fin terminaran. 

    Hablaba de cifras realmente atrayentes, de nuevos clientes, contactos y productos en el momento en que el miembro de Junta  que había abogado para que ese nuevo proyecto no fuera escuchado salía indignado del recinto dando un portazo. Y continuó hablando todavía durante media hora más hasta que estuvo seguro de contar con los votos necesarios para realizar su genial  proyecto.

     La suerte de la empresa estaba echada.

     Leonor Fernández Riva
    Santiago de Cali, Febrero 28 de 2014



    OTROS CUENTOS DE LA AUTORA

    Un instante de lucidez
    Quizá todo empezó cuando
    La promesa
    La última aventura
    FIDELIDAD
    De jardines ajenos - La maldición de Monterroso
    De jardines ajenos - La mudanza de Greta
    LA HORA NONA
     El poder y la sabiduría
    Cuestión de fe
    Un río llamado Nostalgia
    La elegida
    Pablo, el carretillero
    El príncipe Azul
    ·        Fabián Gámez, el brillante jefe de tecnología
    Encuentros
    Un mensaje encriptado
    A MI ÚNICO DESEO
    Una bonita Navidad
      Vidas cruzadas
      El último desafío
    Una embriagadora adicción
    Un verano inolvidable
    Los potajes de Hoveradith
    El tesoro de Asbjorn
    Azur, el joven sumerio
     Hermanos de sangre
    Por mano ajena
    La curación de Linda
    El visitante
    La gesta inconclusa
    El hijo único
    SEGUNDO
    Octavio, el sintáctico
    Cosas de la vida
    Retorno a la bestia     
    Detrás del arco iris
    El manantial
    MACONDO
    El pajarraco
    Dulces sueños
    Un isóptero en el archivo
    Un mal día
    En nombre de la ciencia
    Un excelente lugar para vivir
    Intrascendentemente cotidiano
    La cita fallida
    Una extraña sonrisa
    Noche de boda
    Dile adiós a la esperanza
    Comidilla de condominio
    El desertor
    MARÍA
    ¿Y, si?
     Arpegiria
     LA DEUDA
    El profesor Acevedo

    La casa interminable
    Mate al abuelo
    Érase una vez...
    La maldición de Monterroso
    La querida tía
    Quizá todo empezó cuando.
    Encuentro en el Samar
    La Colmena
    Hasta siempre amor
     Érase una vez...



    Publicado por Leonor María Fernández Riva en 17:46 1 comentario:
    Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio
    Suscribirse a: Entradas (Atom)

    A mis lectores:

    No me correspondió vivir la vida poblada de aventuras con las que mi mente soñó en la infancia. Apenas, la vida parda y estoica de un ama de casa voluntaria y de una irredimible lectora. En vano, intenté con propio paso medir la dimensión de la distancia, las diversas temperaturas humanas, la profundidad compensadora de los paisajes. Ningún secreto he logrado arrancar a la máscara ceñuda de la quimera. Las fantasías infantiles y juveniles que iluminaron mi vida siguen siendo lo más parecido a esa realidad mágica que en vano persigo. Cada uno de estos relatos es una de tantas fantasías.

    Reciban todos ustedes mi más cordial saludo.

    Con profunda emoción he observado en las estadísticas del blog que tengo lectores en Alemania, Australia, Rusia, China, Taiwán, Letonia, Turquía, Hungría, Finlandia, Nueva Zelanda, Japón, Emiratos Árabes Unidos, Malasia, India, España, Francia, Italia, Reino Unido, Islandia, Bélgica, Suiza, países bajos, Eslovaquia, Grecia, República Checa, Serbia, Estados Unidos, Canadá, México, Chile, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Perú, Bolivia, Brasil, Venezuela, República Dominicana, Puerto Rico, Aruba, Filipinas, Ecuador, Dinamarca, Mauricio y desde luego, en Colombia. Gracias a todos por seguirme a través de la web. Eso es algo que me conmueve inmensamente.

    Quiero pedirles un favor especial: permítanme conocerlos, háganme llegar sus comentarios, sugerencias o críticas. Me gustaría saber cómo les parecen mis cuentos. Mi email personal es

    almaleonor@gmail.com

    Los espero. Y desde ya, ¡Mil gracias a todos!

    Vistas de página en total

    Los relatos de Leonor

    • El profesor Acevedo
                   ¡Sorprendente!  ¡Maravilloso! ¡Cuánta  inspiración! ¡Qué manejo del lenguaje! Los comentarios  y alabanzas se sucedía...
    • Drama bajo la carpa
      Drama bajo la carpa Protégenos Señor de la ira de los mansos.            José Saramago –Hola, Sary, ¿qué haces aq...
    • La casa interminable
      La casa interminable Leonor Fernández Riva Alguien demasiado puntilloso podría tal vez objetar que el pasto del jardín recién se ...
    • Punto Final
      Punto final Algunos periodistas comentarían días más tarde, en forma desaprensiva,  lo ocurrido con la empresa,   pero ella estaba y...
    • Un saludo muy especial en esta Navidad y los mejores deseos para el Nuevo Año
      QUE EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD  PLENO DE ALEGRÍA,  PAZ Y AMOR REINE EN TODOS VUESTRO HOGARES Y QUE  EL NUEVO AÑ...
    • Un verano inolvidable
        Aquel verano, de hace ya tantos años, fue para mí realmente inolvidable. En aquel entonces vivía con mis padres y hermanos pe...
    • La promesa
      La promesa Hugh ingresó al café y después de echar una mirada a su alrededor se ubicó en la única mesa desocupada que encontró...
    • Pablo, el carretillero
      Las lágrimas  se deslizaban incontenibles   por las mejillas de Pablo, el carretillero,  mientras saboreaba el jugoso bistec. Com...
    • El manuscrito
        El Manuscrito Despertó  en la madrugada con la sensación de no haber pegado los ojos en toda la noche. Estaba tensa. La muerte de ...
    • Una noche en el tiempo CUENTO
      Como cada noche, la pequeña Alexia, sentada en la banca del jardín, contempla ensimismada los astros que titilan  a lo lejo...

    Sin tiempo de vivir

    contador de visitas
    contador de visitas

    Los relatos de Leonor

    • ►  2021 (2)
      • ►  septiembre (2)
        • ►  sept 17 (2)
    • ►  2019 (3)
      • ►  octubre (2)
        • ►  oct 17 (2)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 10 (1)
    • ►  2018 (2)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 22 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 23 (1)
    • ►  2017 (1)
      • ►  marzo (1)
        • ►  mar 17 (1)
    • ►  2016 (10)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 23 (1)
      • ►  noviembre (1)
        • ►  nov 18 (1)
      • ►  octubre (1)
        • ►  oct 16 (1)
      • ►  agosto (2)
        • ►  ago 21 (1)
        • ►  ago 09 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 04 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 30 (1)
      • ►  abril (1)
        • ►  abr 24 (1)
      • ►  marzo (1)
        • ►  mar 12 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 14 (1)
    • ►  2015 (15)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 15 (1)
      • ►  noviembre (1)
        • ►  nov 15 (1)
      • ►  octubre (2)
        • ►  oct 31 (1)
        • ►  oct 17 (1)
      • ►  septiembre (1)
        • ►  sept 14 (1)
      • ►  agosto (2)
        • ►  ago 29 (1)
        • ►  ago 02 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 05 (1)
      • ►  junio (2)
        • ►  jun 21 (1)
        • ►  jun 07 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 23 (1)
      • ►  abril (2)
        • ►  abr 20 (1)
        • ►  abr 02 (1)
      • ►  febrero (1)
        • ►  feb 07 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 19 (1)
    • ▼  2014 (16)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 13 (1)
      • ►  noviembre (2)
        • ►  nov 15 (1)
        • ►  nov 01 (1)
      • ►  octubre (3)
        • ►  oct 24 (1)
        • ►  oct 04 (2)
      • ►  septiembre (1)
        • ►  sept 21 (1)
      • ►  agosto (1)
        • ►  ago 30 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 12 (1)
      • ►  junio (1)
        • ►  jun 21 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 17 (1)
      • ►  abril (2)
        • ►  abr 26 (1)
        • ►  abr 09 (1)
      • ▼  marzo (2)
        • ▼  mar 17 (1)
          • Encuentros
        • ►  mar 01 (1)
          • Fabián Gámez, el brillante jefe de tecnología
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 25 (1)
    • ►  2013 (17)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 07 (1)
      • ►  noviembre (2)
        • ►  nov 15 (1)
        • ►  nov 01 (1)
      • ►  octubre (1)
        • ►  oct 18 (1)
      • ►  septiembre (2)
        • ►  sept 13 (1)
        • ►  sept 07 (1)
      • ►  agosto (1)
        • ►  ago 19 (1)
      • ►  julio (2)
        • ►  jul 30 (1)
        • ►  jul 12 (1)
      • ►  junio (3)
        • ►  jun 29 (1)
        • ►  jun 14 (1)
        • ►  jun 01 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 18 (1)
      • ►  abril (1)
        • ►  abr 06 (1)
      • ►  marzo (1)
        • ►  mar 16 (1)
      • ►  febrero (1)
        • ►  feb 06 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 12 (1)
    • ►  2012 (10)
      • ►  noviembre (2)
        • ►  nov 15 (1)
        • ►  nov 10 (1)
      • ►  octubre (2)
        • ►  oct 08 (1)
        • ►  oct 06 (1)
      • ►  agosto (1)
        • ►  ago 03 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 21 (1)
      • ►  junio (1)
        • ►  jun 09 (1)
      • ►  marzo (2)
        • ►  mar 18 (2)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 15 (1)
    • ►  2011 (12)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 12 (1)
      • ►  octubre (1)
        • ►  oct 22 (1)
      • ►  septiembre (2)
        • ►  sept 08 (1)
        • ►  sept 04 (1)
      • ►  agosto (2)
        • ►  ago 30 (1)
        • ►  ago 11 (1)
      • ►  junio (1)
        • ►  jun 02 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 22 (1)
      • ►  abril (3)
        • ►  abr 11 (1)
        • ►  abr 10 (1)
        • ►  abr 05 (1)
      • ►  febrero (1)
        • ►  feb 07 (1)
    • ►  2010 (11)
      • ►  septiembre (6)
        • ►  sept 13 (1)
        • ►  sept 12 (2)
        • ►  sept 11 (3)
      • ►  enero (5)
        • ►  ene 16 (5)

    Seguidores

    Datos personales

    Leonor María Fernández Riva
    Ver todo mi perfil

    Archivo del blog

    • ►  2021 (2)
      • ►  septiembre (2)
        • ►  sept 17 (2)
    • ►  2019 (3)
      • ►  octubre (2)
        • ►  oct 17 (2)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 10 (1)
    • ►  2018 (2)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 22 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 23 (1)
    • ►  2017 (1)
      • ►  marzo (1)
        • ►  mar 17 (1)
    • ►  2016 (10)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 23 (1)
      • ►  noviembre (1)
        • ►  nov 18 (1)
      • ►  octubre (1)
        • ►  oct 16 (1)
      • ►  agosto (2)
        • ►  ago 21 (1)
        • ►  ago 09 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 04 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 30 (1)
      • ►  abril (1)
        • ►  abr 24 (1)
      • ►  marzo (1)
        • ►  mar 12 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 14 (1)
    • ►  2015 (15)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 15 (1)
      • ►  noviembre (1)
        • ►  nov 15 (1)
      • ►  octubre (2)
        • ►  oct 31 (1)
        • ►  oct 17 (1)
      • ►  septiembre (1)
        • ►  sept 14 (1)
      • ►  agosto (2)
        • ►  ago 29 (1)
        • ►  ago 02 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 05 (1)
      • ►  junio (2)
        • ►  jun 21 (1)
        • ►  jun 07 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 23 (1)
      • ►  abril (2)
        • ►  abr 20 (1)
        • ►  abr 02 (1)
      • ►  febrero (1)
        • ►  feb 07 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 19 (1)
    • ▼  2014 (16)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 13 (1)
      • ►  noviembre (2)
        • ►  nov 15 (1)
        • ►  nov 01 (1)
      • ►  octubre (3)
        • ►  oct 24 (1)
        • ►  oct 04 (2)
      • ►  septiembre (1)
        • ►  sept 21 (1)
      • ►  agosto (1)
        • ►  ago 30 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 12 (1)
      • ►  junio (1)
        • ►  jun 21 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 17 (1)
      • ►  abril (2)
        • ►  abr 26 (1)
        • ►  abr 09 (1)
      • ▼  marzo (2)
        • ▼  mar 17 (1)
          • Encuentros
        • ►  mar 01 (1)
          • Fabián Gámez, el brillante jefe de tecnología
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 25 (1)
    • ►  2013 (17)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 07 (1)
      • ►  noviembre (2)
        • ►  nov 15 (1)
        • ►  nov 01 (1)
      • ►  octubre (1)
        • ►  oct 18 (1)
      • ►  septiembre (2)
        • ►  sept 13 (1)
        • ►  sept 07 (1)
      • ►  agosto (1)
        • ►  ago 19 (1)
      • ►  julio (2)
        • ►  jul 30 (1)
        • ►  jul 12 (1)
      • ►  junio (3)
        • ►  jun 29 (1)
        • ►  jun 14 (1)
        • ►  jun 01 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 18 (1)
      • ►  abril (1)
        • ►  abr 06 (1)
      • ►  marzo (1)
        • ►  mar 16 (1)
      • ►  febrero (1)
        • ►  feb 06 (1)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 12 (1)
    • ►  2012 (10)
      • ►  noviembre (2)
        • ►  nov 15 (1)
        • ►  nov 10 (1)
      • ►  octubre (2)
        • ►  oct 08 (1)
        • ►  oct 06 (1)
      • ►  agosto (1)
        • ►  ago 03 (1)
      • ►  julio (1)
        • ►  jul 21 (1)
      • ►  junio (1)
        • ►  jun 09 (1)
      • ►  marzo (2)
        • ►  mar 18 (2)
      • ►  enero (1)
        • ►  ene 15 (1)
    • ►  2011 (12)
      • ►  diciembre (1)
        • ►  dic 12 (1)
      • ►  octubre (1)
        • ►  oct 22 (1)
      • ►  septiembre (2)
        • ►  sept 08 (1)
        • ►  sept 04 (1)
      • ►  agosto (2)
        • ►  ago 30 (1)
        • ►  ago 11 (1)
      • ►  junio (1)
        • ►  jun 02 (1)
      • ►  mayo (1)
        • ►  may 22 (1)
      • ►  abril (3)
        • ►  abr 11 (1)
        • ►  abr 10 (1)
        • ►  abr 05 (1)
      • ►  febrero (1)
        • ►  feb 07 (1)
    • ►  2010 (11)
      • ►  septiembre (6)
        • ►  sept 13 (1)
        • ►  sept 12 (2)
        • ►  sept 11 (3)
      • ►  enero (5)
        • ►  ene 16 (5)
    Tema Etéreo. Con la tecnología de Blogger.